Aquí dentro nada malo me puede pasar

Aquí dentro nada malo me puede pasar.

La verdad es que no entiendo como soporto estar todo el tiempo fuera de esta oscuridad tan protectora.

Todo es igual, porque no hay algo que destaque más que otro, todo es igual de oscuro y opaco que el resto.

Porque todo es invisible.

Aquí dentro nada malo me puede pasar.

Los ruidos desaparecen por completo, los olores agobiantes se difuminan en el aire, y solo queda el tacto suave y agradable del pelaje de Kumajiro.

Me hago un ovillito y le abrazo con fuerza. Entierro mi cabeza en su pecho calientito y dejo de ser yo por unos momentos.

Ya no soy “ese”, el de la esquina, el que nadie ve, el que nadie toma en cuenta… ni siquiera su propia familia.

Aquí dentro nada malo me puede pasar.

Y entonces una luz resplandeciente invade mi pequeño lugar seguro, vaciando con crueldad toda la igualdad que empapaba mis poros, devolviéndome bruscamente a la realidad:

- ¿Sigues escondiéndote en el armario, bro?

Como siempre, el “héroe” tenía que venir a “rescatarme”.

- No te importa, Alfred, leave me alone.

Siento como se agacha y se sienta a mi lado, haciendo que la madera del armario cruja bajo nuestros pesos.

Ni siquiera en mi lugar secreto y seguro podía dejarme en paz, dejarme ser a mí el único.

Aún no he separado el rostro de mi osito, así que no logro adivinar cuales son los movimientos de mi hermano, por eso, al notar su mano acariciar mis ondulados cabellos me sobresalto.

Levanto la cabeza corriendo, y cuando logro enfocar la vista a través de mis gafas, me encuentro de pleno con su sonrisa, radiante, agradable, protectora.

Aquel leve gesto me dice todo lo que debo saber.

Él asiente ante mis ojos humedecidos por las lágrimas que nunca llego a derramar.

Me giro, haciendo que mi espalda descanse entre las piernas que ha metido en el mueble y abre para que pueda descansar sobre él. Me abraza con fuerza y cerramos las puertas del armario, volviéndonos a sumir en la más profunda oscuridad.

Aquí dentro nada malo me puede pasar.

Todo es igual, porque no hay algo que destaque más que otro, todo es igual de oscuro y opaco que el resto.

Porque todo es invisible.

Cierro los ojos y disfruto del calor que emana del cuerpo de mi hermano, de sus brazos abrazándome, rodeándome con fuerza, protegiéndome de todo mal.

Y suspiro cuando noto sus labios contra mi cabellera.

Aquí dentro nada malo me puede pasar.

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