Aquella tarde era excesivamente calurosa
El sol reinaba en el cielo con todo su esplendor, bañando con sus rayos cegadores por cualquier lugar por donde pasaba
Ni una nube en el cielo, ni una leve brisa, nada que no fuera ese sofocante calor
Todo aquel circo estaba a punto de comenzar
Me arreglé las ropas una última vez y me dirigí hacia el que sería el campo de batalla.
Mis tropas ya estaban todas preparadas… al igual que las tuyas
Miles de hombres dispuestos a morir por una sola razón, una idea, un sueño que ha liderado a la humanidad durante toda su historia: conseguir la libertad
Theodoros Kolokotronis, uno de mis más fieles comandantes, apareció corriendo, portando mi nueva arma
Una cruz cristiana
Una cruz que me superaba en tamaño, viéndose así a lo lejos entre mis filas
Jamás volvería a luchar con esa cimitarra ni con esa lanza, ambos regalos tuyos. Esta vez, ganaría alzando bien alto aquella cruz, una cruz que significaría la libertad para mi pueblo.
Respiré hondo y me adelanté unos pasos, cosa que tú hiciste también, junto con el traidor del que durante mucho tiempo había considerado mi hermano mayor…
A pesar de la distancia que nos separaba era grande, ambos pudimos vernos a los ojos
Esto ya no podía dar marcha atrás
Esta guerra había llegado a su cúspide, y era la hora de la verdad
O ganabas tú… o yo conseguía la libertad
Levantaste tu arma con soberbia y lanzaste un grito atronador, algo digno del propio demonio
Tus hombres te corearon y salieron corriendo hacia la lucha encarnizada
Nosotros estábamos esperando… ellos se iban acercando… pero debíamos esperar aún más… solo un poco más…
El rugido de cañón a lo lejos congeló a tus tropas
Los barcos de mis aliados, tanto el inglés como el francés, habían comenzado a bombardear tus costas
Busqué tu cara entre la multitud, aquello no te lo esperabas
Ahora el que gritó fui yo, y aprovechando el desconcierto de tus hombres, los míos se abalanzaron contra ellos cargados de ira y furia
Rusia, que también estaba en mi bando, no tardó en encontrar a mi hermano traidor, y blandió su tubería con aterradora alegría antes de comenzar a batirse en duelo Gupta y él.
Mi cruz ya estaba empapada de sangre, sangre que se escurría hasta mis manos y las empapaba, pero no me importaba en absoluto, ya que de mi traje militar, pocas partes en el color blanco original quedaban
Miembros arrancados, vísceras, agonía, tortura, muerte… cada uno de esos olores se iba impregnando en mis fosas nasales como agudos cuchillos, pero no les prestaba atención, mi objetivo no había cambiado desde que comenzó esta guerra, y hoy iba a llevarlo a cabo
Lucharía cara a cara contra ti, y te mataría con mis propias manos
No podía escuchar nada, los gritos de los hombres al morir resonaban en mis oídos con fuerza. Cada vez había más y más cadáveres en el suelo, aquel desierto se estaba convirtiendo en un océano rojo, y los cuerpos eran sus peces.
El tiempo pasaba, y el sol iba avanzando en su larga carrera diaria. La luz se fue tornando anaranjada y rojiza poco a poco, no tardaría demasiado en la luna ocupar su lugar
Cada vez me costaba más poder seguir caminando, mi respiración era dificultosa y el sudor y la sangre salpicada en mi cara me impedía ver bien
Estaba luchando contra uno de los jefes de tu ejercito, cuando una espada atravesó su estómago hasta casi herirme a mí.
Me aparté de un salto hacia atrás, y mientras recobraba el equilibrio, vi como su cuerpo era empujado con fuerza hacia un lado
Tras él, te encontrabas tú con la cimitarra ensangrentada
- Pensaba que solo matabas a mi gente sin razón ninguna.- dije sonriente
- Esperaba matarte a ti de paso
- ¿Sacrificas a tus hombres por algo tan imposible?
- Con tal de darte tu merecido, niñato, mato a quien sea
En nuestros labios se formaron ambas sonrisas macabras, mi objetivo estaba a punto de cumplirse
Te apartaste en el acto cuando dejé caer con fuerza mi cruz sobre ti, e intentaste cortarla en vano, pues el filo de tu arma se quedó incrustado en su lateral, y aprovechando que no podías atacarme, giré con agilidad la madera, dándote de lleno en la cara, partiendo en dos la máscara
- ¿Qué ha sido de tu lanza?- preguntaste recuperando tu espada
- Ha sido quemada- respondí con un tono provocador
- ¿Y la cimitarra?- volviste a inquirir
- Fundida para hacer balas.- dije mordazmente
- Pagarás por tu insolencia, gato sarnoso
- No olvides que los gatos arañan
Hice un barrido con mi arma, tirándote al suelo. Respondiste desde abajo blandiendo tu espada, provocándome un grave corte en la pierna
Ambos nos separamos deprisa, y tras mirarnos unos segundos volvimos a la carga
La sangre se derramaba sin compasión, parecía que nos disponíamos a descuartizarnos poco a poco.
Los huesos rotos que mi cruz había infringido en tu cuerpo te impedían moverte con la misma soltura que antes… pero toda la sangre que había perdido por culpa de tus profundas heridas se notaba en mi mermante agilidad
- Mira a tu alrededor.- dijiste de pronto esquivando un golpe.- Acaba ya con esta pantomima
Pocos hombres quedaban ya de pie luchando, y aunque el sonido de los cañones seguía escuchándose de fondo, los disparos eran cada vez más y más dispersos.
Miles de cuerpos se amontonaban unos sobre otros, como si de una macabra obra de arte se tratase
Lo peor era que la gran mayoría de los cadáveres portaban el uniforme militar griego
- Joder…- murmuré.- Joder…
- Tranquilo, Heracles, si te disculpas ahora, te dejaré volver a entrar a casa sin represalia alguna
Sentí mis ojos humedecerse, pero no de tristeza… aquellas lágrimas eran de pura rabia.
Agarré con fuerza la cruz y enfoqué mi vista sobre tus ojos, verdes como los prados
- Eres un hijo de puta…
- Te equivocas, la puta era la tuya, yo no tengo madre
Grité descargando toda mi furia mientras empuñé con ira aquella gran pieza de madera y fui impactando una serie de golpes en cadena sobre ti.
Ibas retrocediendo poco a poco, sin darte siquiera tiempo a contraatacarme, ya que un nuevo golpe había caído sobre ti
Ya era hora de que pagaras por todas tus torturas, humillaciones, desprecios… ya no ibas a poder conmigo, ya no era aquel gatito sollozante que se abrazaba a ti por la noche, eso murió hace mucho tiempo
- NO.- golpe.- SOY.- golpe.- DE.- golpe.- TU.- golpe.- PROPIEDAD
Una sonrisa se dibujó en tus labios
Bajo mis pies, una gran zanja se abría peligrosamente
Sabías que aquellos comentarios hirientes me encenderían y que comenzaría a pegarte una y otra vez, tu retrocederías, yo te seguiría y… tú esquivarías ese hoyo, yo no repararía en él
Intenté mantener el equilibrio como pude, pero aún así, caí estrepitosamente dentro de él
Escuché tu risa estrellarse dolorosamente contra mis oídos
- No me puedes vencer, lo sabes, eres una mísera nenita jugando con un palito.- te burlaste de mí.- Con eso no puedes ganar al gran maestro
Ahogué un grito y conseguí salir del agujero, pero eso no impidió que me agarraras con fuerza del brazo y tiraras mi arma al suelo
- Ahora por mucho que me pidas perdón, de esta no saldrás, criajo
- Jamás me rebajaría a disculparme ante ti.- y tras decir eso, te escupí a la cara
Años atrás, si me hubieses puesto esa expresión, hubiera comenzado a llorar, pero esta vez no, incluso sonreí con socarronería para ti
La bofetada que me brindaste fue tan fuerte, que su sonido resonó por todo el campo de batalla
Aferraste con rabia mi muñeca derecha, dispuesto a retorcerme el brazo hasta rompérmelo… cuando lo viste
Un ojo turco presidía una pulsera de cuentas azules en mi muñeca
Creo que ninguno de nosotros se esperaba percatarse de ese detalle
Era aún un mocoso con túnica blanca que se quedaba dormido junto a la fuente del jardín privado de tus aposentos cuando un día colocaste esa pulsera en mi muñeca
“Esto es un amuleto muy poderoso” me dijiste con esa voz tan dulce que me solías poner
“¿Y para que sirve?”
“Se llama ojo turco” contestaste
“¿¡Te has arrancado un ojo!?” pregunté, inocente de mí, muy asustado
“No, no, que va… está hecho de cristal, pero su nombre es ese” respondiste lleno de ternura con una sonrisa en tus labios “Y con este ojo, siempre podré vigilarte y cuidarte”
“¿En serio?”
“De verdad”
“¿Aunque estés muy lejos? ¿Aunque estés en la guerra?”
“Sobretodo cuando esté muy lejos y esté en la guerra”
Yo sonreí loco de contento y te regalé un beso, puro y lleno de inocencia, sobre tus labios
Sentí como mis mejillas se teñían de rojo carmesí y varias lágrimas rodaban por mi cara, ese recuerdo estaba destruyendo poco a poco mi fortaleza, y ahora no podía flaquear… ahora no…
Levanté el brazo dispuesto a golpearte, pero cerraste los ojos y con un rápido movimiento de tu espada, hiciste sendos cortes en mis piernas, obligándome a caer de rodillas ante ti
Gritos de júbilo se escucharon a lo lejos, todos ellos provenientes de mi lado del campo, habíamos ganado sobre tus costas
- Que ironía.- dije sonriente.- Voy a morir justo cuando he ganado
Cerré los ojos justo en el instante en que tu cimitarra se levantó sobre mi cabeza dispuesta a darme muerte allí mismo
Miles de escenas de mi infancia acudieron con velocidad a mi mente… y, dolorosamente, en todas aparecías tú
Ya fuesen escenas violentas o cargadas de dulzura, salías en cada una de ellas, sin excepción
La vida era todo un misterio
El hombre que había ocupado todos mis sentimientos y pensamientos, el hombre que me había criado y torturado durante años, el hombre que me arrebató cruelmente mi inocencia, el hombre que siempre estuvo a mi lado… el hombre al que amaba con todas mis fuerzas…
… me iba a matar
Supongo que era un buen final
- Είναι sas… Αγάπη… (Ya sas… agapi…)- no pude evitar susurrar, esperando mi muerte
Pero lo que recibí fue un punzante dolor en el hombro izquierdo, dolor que me arrancó un grito y me obligó a abrir los ojos
Lo primero que me encontré fueron los tuyos, tan oscuros que no los reconocí al principio
En mi memoria siempre eran tan verdes… tan brillantes…
Aquel dolor lacerante se incrementó, y fue cuando vi su procedencia
Tu cimitarra había traspasado de un lado a otro mi hombro
La caliente agua vital empañaba mis sucias ropas y recorría un río escarlata quemándome la piel en su viaje
- Jamás podría matarte, gatito.- murmuraste serio antes de sacar la espada de mi interior
Aquello fue peor que cuando la enterraste en mi carne
Te diste la vuelta y comenzaste a caminar dándome la espalda
Un sollozo fue arrancado dese lo más profundo de mi ser
No me podías abandonar, yo ansiaba la libertad… pero una libertad que pudiera compartir contigo
Nunca me diste otra opción, o permanecer junto a ti a la fuerza, soportando toda clase de aberraciones, o nada
Necesitaba volar…
Pero jamás imagine que me dolería tanto
Cogí la cruz que yacía a mi lado y tras golpear con fuerza tus piernas, caíste al suelo
Te odiaba…
Me levanté como pude y caminé a trompicones hacia ti
Si esta iba a ser el fin de nuestra unión… sería yo quien acabara con esto
Te quería demasiado… por eso te odiaba
Te giré quedándote boca arriba y presioné con fuerza tu garganta con mi cruz
Me era imposible ver la expresión de tu cara, miles de lágrimas bañaban mi rostro y me nublaban la vista
Mejor así, no soportaría mirarte a los ojos:
- Esta… esta es mi independencia… jamás… volveré a ser propiedad de nadie…
Y tras decirte eso, me quité el ojo turco y lo dejé caer sobre tu pecho
Me fui de allí como pude y no volví la vista atrás
Si lo hubiera hecho, no habría sido capaz de alejarme ti
Todo mi pueblo estaba de celebraciones, habíamos conseguido nuestro mayor deseo: la libertad
Aunque las perdidas habían sido muchas, las lágrimas de felicidad inundaban las caras de cada persona de mi, sonaba raro decirlo, país
Supongo que fui el único que no brindó para gritar lleno de gozo que por fin éramos dueños de nuestras propias vidas
Algunas noches, cuando miro mi muñeca vacía, siento el deseo de que ojala me hubieses matado…
… así nunca tendría que haberte abandonado yo a ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario