Vacío

Y aquí estoy de nuevo, frente al umbral de la depresión. Con un pie dentro de su terreno y el otro fuera.

Hacía tiempo que notaba esta sensación de vertigo cada vez que inhalo el aire necesario para seguir viviendo.

No es algo agradable, nunca lo ha sido y nunca lo será. Pero me es conocido, es algo por lo que ya he pasado, y al notarlo casi cotidiano, el miedo remite un poco.

Porque ya sé que no es algo que dure para siempre, que solo es temporal si tengo los santos cojones de hacerle frente. Y sé que lo haré.

Todo es tan complicado a mi alrededor, que en ocaciones ni siquiera soy capaz de confiar en mí misma. Cada vez que vuelvo al filo de este estúpido agujero, las pruebas que he de superar para no caerme al vacío son más y más difíciles.

Tengo algunos comodines, eso siempre los he tenido. Aunque, sinceramente, no sé si estos comodines realmente me van a ayudar o a hundir más.

Tiemblo de pavor con el mero hecho de pensar en que debo dormirme y sobrevivir una noche más. Los amaneceres me dan terror y los anocheceres producen en mí un pánico inhumano.

Deseo cerrar los ojos y no despertar jamás, pero en cuanto mis parpados ceden siento que me ahogo con mi propia respiración.

¿Y qué tengo para asirme y no caer?

Me abrazo a mi hermano, a ese Príncipe de los Hielos que me hizo soñar cada vez más alto antes de estrellarme duramente contra el asfalto. Ahora es mi hermano, un hermano que ha jurado protegerme y cuidarme contra todo mal. Y lo está cumpliendo. Pero el hecho de quedarme horas mirándole, conteniendo el aliento, deseando que me brinde un beso...

Y también está ella. Es una Reina llegada de los reinos más lejanos del viento. Es parte de una nobleza rodeada de realeza. Ella es la realeza. Una realeza etérea. Me sonríe y susurra palabras de amor en francés, provocando en mí los instintos más básicos, denotando una bomba que siempre he intentado enterrar en mi interior. Pero cuando levanto la mano para acariciar sus mejillas siempre se desvanece entre mis dedos.

Tengo más personas, gracias a los Dioses tengo más personas para poder sujetarme cuando mis pies no son capaces de anclarse al suelo y luchan por evaporarse en ese agujero negro que muere bajo mí.

Pero no son suficientes. Nunca son suficientes.

Sé de sobra que ese vacío que reina en mi pecho no se irá nunca, y que es ese vacío el que crea en mí estos sentimientos tan bajeros que provocan que siempre acabe a la puerta de la depresión, que cada vez es más fuerte y se muere por engullirme del todo.

Y me muero de miedo, claro que me muero de miedo.

Por qué nunca he estado del todo segura qué sucederá en mi vida. Si caere finalmente en esa oscuridad que hace años me persigue; si alguien logrará llenar ese hueco que puebla mi interior, salvándome de mí misma...

... o sucumbiré en el asesinato de una (o más) persona antes de suicidarme.

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