Dime que es lo que necesitas
Una vez más te pones de puntillas y das dos giros.
Te observo apoyada contra el cristal, mientras marco el ritmo con mis palmas.
Fuera llueve, y la calefacción en el interior está al máximo.
No puedo permitirme el lujo de dejar que te enfríes y sufras un accidente.
Dime que es lo que quieres
A cada pirueta dejas tu mirada fija en mí antes de voltear rápidamente la cabeza.
El tul que cubre tus piernas gira como si estuvieras en el agua.
Unos cabellos se han escapado del moño y se pegan al sudor de tus mejillas azoradas.
Dime que es lo que deseas
Paras sin que yo te lo indique.
“Me duele la rodilla, ¿podrías examinármela?”
Tu mentira es increíble por culpa de la sonrisa que portan tus labios.
Te sientas en el suelo de madera mientras me acerco, agachándome a tu lado.
Dime que es lo que anhelas
Te muerdes el labio inferior pícaramente.
Palpo tu pierna cubierta por las mallas, sin encontrar ni un solo contratiempo.
Noto tu mirada fija en mi coronilla.
Dime que es por lo que suspiras
“Por mucho que te quejes no dejaré que te vayas de aquí hasta que no salga la pieza entera”
Mis palabras no suenan en absoluto creíbles.
Tu pecho ascendente a causa de tu agitada respiración paraliza la mía.
Mi mirada cambia ante la visión de tu pecho sudoroso.
Dime que es lo que buscas
Lo nuestro es algo tan prohibido que ni siquiera lo nombramos en voz alta.
Pero es tan real que es imposible negarlo.
Eres aún tan pequeña, te saco demasiadas primaveras.
Dime que es lo que pretendes
“Quiero probar el gloss que llevas hoy”
Tiro de tu pierna, obligando a tumbarte bajo mía.
Ríes y pasas tus manos tras mi nuca.
Apoyo el antebrazo derecho en el suelo y te beso con desesperación
Dime que es lo que pides
Una mano se cuela bajo mi ropa y recorres mis pechos con tus dedos.
Acaricio tus muslos, sorprendiéndome de que hoy no lleves ropa interior.
Eres una lolita cruel, torturándome despiadadamente.
Dime lo que sea
Pronto nos tumbamos de lado, mirándonos a los ojos entre beso y beso.
Nuestros dedos ya han encontrado el camino hasta nuestros objetos del pecado, procurándonos un placer digno de los dioses.
El edificio vacío nos permite dar rienda suelta a los gemidos y jadeos.
Y solo la lluvia que cae fuera es testigo de nuestra locura.
Pues yo te lo daré todo
No hay comentarios:
Publicar un comentario