Principe de Joinville y Duque de Orleans, de Anjou, de Chartres, de Valois, de Nemours, Montpensier... y un largo etc, más conocido como Monsieur, el Rey Luna. Fue el hermano pequeño de Luis XIV, el Rey Sol, y uno de mis personajes históricos predilectos por excelencia.
Por eso, voy a intentar reproducir aquí una pequeña biografía suya, no ensalzando sus hazañas como noble y principe, si no una biografía más personal e íntima, añadiéndole datos e información de mis propias investigaciones.
Nació el 21 de septiembre de 1640, y desde su nacimiento, su crianza fue del todo atípica.
Era costumbre que los hermanos más cercanos al rey se les ofreciera el trato de Monsieur seguido de su nombre, pero Philippe siempre fue un tanto cuanto especial, y el título de Monsieur se convirtió en él directamente en su apodo, que llevó orgulloso hasta el día de su muerte.
Su padre, Luis XIII, siempre tuvo una relación muy tensa con su hermano pequeño, predilecto de su madre y que hasta el final de sus días intentó arrebatarle el trono. Por esa razón, cuando Monsieur comenzó a dar pequeñas señales de que él prefería mil veces jugar con las muñecas y las joyas de su madre que a las luchas, sus padres decidieron fomentarlo.
Pensaban que si Monsieur era un hombre afeminado, no estaría interesado en el poder y así jamás querría arrebatarle el trono a su hermano.
Y así fue como el joven Philippe pasó toda su niñez y parte de la adolescencia vestido de mujer y disfrutando de un trato plenamente femenino (su madre se refería a él como su niñita) Pero lejos de acomplejarle, o de convertirle en alguien asocial, hizo que se volviera alguien muy extrovertido, y que se uniera aún más a su hermano, convirtiendose prácticamente en su sombra, plantando los cimientos de lo que sería una sólida e intima relación entre ambos.
Louis siempre fue un joven apuesto, y en cuanto llegó la pubertad, comenzó su larga carrera como gran amante del reino. Dos de sus casi primeras conquistas fueron a la hermanas Mancini, sobrinas del Cardenal Mazzarini, mejor amigo de su madre y tutor suyo. Gracias a la relación que tuvo con ellas, Philippe pudo conocer a Julio, hermano pequeño de estas.
Julio fue el chico con el que descubrió su tendencia claramente homosexual. Fueron novios durante unos meses, y en una fiesta patrocinada por el propio Julio, conoció a Carlos I de Gonzaga, Duque de Nevers. Este se convirtió en su primer amante, enseñándole el vicio italiano (la forma que llamaban antes a las relaciones sexuales entre hombres).
La relación de ambos duró bastante poco, ya que por aquel entonces entró en su vida Armand de Gramont, Conde de Guiche. El primer gran amor de Philippe.
Al principio todo era un idílio. Pasaban días enteros juntos, y se escapaban a las tierras de Armand durante semanas. Pero la relación comenzó a complicarse poco a poco.
Como ya hemos dicho antes, Louis y Monsieur tuvieron una relación muy especial desde su más tierna infancia, y era común, que a pesar del rey ya estar casado, cuando se celebraban bailes y fiestas en la Corte, en vez de que la pareja de Louis fuera su mujer Marie-Thérèse... fuera Monsieur vestido de mujer.
Parecía que la gente de la corte ya estaba acostumbrada tanto a las extravagancias de Philippe, como a la relación tan íntima que mantenía con su hermano, pero para Armand no era concebible. Por culpa de tales reuniones con Louis, comenzó a tener fuertes discusiones con Monsieur, y los primeros golpes comenzaron al poco, excusados por sus celos por las relaciones que Philippe prodigaba con los miembros de su grupo de bailarines y acompañantes.
En poco tiempo, Philippe quedó totalmente subyagado a los deseos de su amante.
Nadie dentro de la familia real estaba contenta con esta situación, ya que no solo el maltrato hacia Monsieur era sonoro, si no que sus relaciones sexuales eran tan salvajes que más de una vez tuvieron que enviar médicos a sus aposentos privados para que le tratasen.
Por motivos políticos, Louis obligó a su hermano a casarse con Henrietta de Inglaterra. Aquel matrimonio solo empeoró las cosas, ya que Philippe no solo se vio engañado por su mujer al mantener un romance secreto con el propio Louis, si no que Armand también le fue infiel. El Conde de Guiche se volvió famoso en la corte por mantener una aventura con las dos amantes del rey, Henrietta (la mujer de Philippe) y con Louise de La Vallière.
Aquello fue suficiente para que Monsieur abriera los ojos, y suplicase a su hermano que echara del palacio a Armand, quien no necesitó más motivos para acusar al Conde de Guiche de libertinaje y le exihilió a Holanda.
Tras esta ruptura, Philippe pasó un tiempo dedicado totalmente a fiestas y borracheras increíbles en un intento de superar la fatídica relación que había pasado durante esos años con Armand. Fue durante esta época cuando se le acercó el sobrino del que había sido el único amante de su padre, el Marqués de Effiat.
Entre ambos enseguida saltaron chispas y comenzaron a enviarse cartas de amor. Todo apuntaba que ambos comenzarían pronto un romance, y así lo esperaba toda la familia real, ya que el joven era alguien muy maduro para su edad, así como tranquilo, caballeroso, y sin duda sería una muy buena influencia para Monsieur. Pero con el que nadie contaba fue con Philippe de Lorraine, que pasaría a la historia como el Caballero de Lorraine.
Philippe había conocido a Monsieur durante su infancia, antes de ingresar a la vida eclesiástica, convirtiendose en abad de Saint-Pierre, en la diócesis de Chartres. En su adolescencia también había conocido a Henrrietta, con quien había mantenido alguna que otra correspondencia. Tenía una vida bastante social a pesar de ser un abad (ya que tenía varias amantes, y se había casado en secreto con su prima Béatrce Hiéronyme de Lorraine, abadesa de Remiremont), pero todo se vio trastocado cuando se enteró de que su amor de la infancia, que no era otro que Monsieur, había contraído matrimonio con Henrrietta. Philippe puso en marcha un plan, y tras mover todos los hilos que disponía con sus contactos, logró que le trasladaran a la corte, coincidiendo con la reciente exiliación de Armand.
No tardó mucho en desterrar al marqués de Effiat de la vida de Philippe y convertirse en su favorito. No solo se ocupaba de él en el terreno amoroso y sentimental, si no que se encargaba de llevar las cuentas de Monsieur y no permitir que despilfarrara demasiado en sus constantes fiestas.
El problema es que el Caballero de Lorraine también era un amante muy celoso, y deseaba tener a Monsieur solo para él (aunque si que aceptaba la relación tan unida que mantenía con Louis). Por esta razón, si ya de por si los encuentros maritales entre Henrrietta y Philippe eran mínimos, tras la llegada del abad, eran casi inexistentes, ya que para que estos se llevaran a cabo, Monsieur debía pedir permiso a Lorraine, cosa que normalmente le denegaba.
Esto afectó notablemente a Henrrietta, que suplicó a Louis que echara al abad de la corte, cosa que hizo, mandando a Philippe al palacio de Lyon. Pero este acto enfadó notablemente a Lorraine, que no soportaba estar lejos de Monsieur. Y según corren los rumores, cuando Henrrietta viajó a Inglaterra para apoyar a su hermano Charles II durante el negociamento del Tratado Secreto de Dover, murió en extrañas circunstancias, acusando sus allegados de que fue enevenenada por orden de Philippe de Lorraine.
Estas acusaciones le valieron para que Louis mandara encarcelarlo en el Castillo de If, pero por la presión de la Iglesia, fue dejado en libertad, y desterrado a Roma.
Esto destrozó a Monsieur, que siempre creyó en la inocencia de Philippe. Se sumió en una profunda depresión y suplicó durante meses que le permitieran volver. Louis, que jamás pudo negarle nada a su hermano, le permitió regresar si a cambio él se volvía a casar, esta vez con Elisabeth Charlotte del Palatinado (que pasaría a la historia por la recopilación de sus inumerables cartas enviadas a su familia, detallando la vida en Versailles, firmando con el nombre de Liselotte), cosa que Monsieur, deseoso de ver a su amado, aceptó sin dudarlo.
El problema surgió cuando Lorraine, enfermo por la lejanía de su amor, regresó a la corte y se encontró con que Monsieur había vuelto a casarse. Pensando que este ya le había olvidado y sustituido, en venganza, sedujo y se acosto con Louis de Borbón, Conde de Vermandois, hijo de Louis y Louise de La Vallière, pero tras la partida de su madre a un convento, criado por el propio Monsieur, que le quería como si fuese uno más de sus hijos.
Obviamente, esto no quedó impune, y ambos fueron exiliados a Normandía. Nuevamente, Monsieur cayó en una profunda depresión, peligrando su equilibrio mental y su salud física. Louis, aterrado por perder a su hermano, volvió a permitir una vez más que el abad regresase. Esta vez, para que ambos pudieran retomar su accidentada relación, mandó construir una serie de habitaciones contiguas a las de Philippe, conectadas entre si por pasadizos secretos, donde pudieran verse sin peligro a que nadie les molestase.
Así, Philippe dedicó el resto de su vida, no solo la cuidar la relación con Lorraine, a quien los propios hijos de Philippe veían como un padre más, si no que se convirtió en un renombrado mecenas de todos los artistas de la época (Moliere entre ellos) así como de los arquitectos más famosos del momento. Gracias a sus financiaciones se construyó el Canal de Orleáns, la ampliación y decoración del Palacio de Saint-Cloud (un regalo por parte de Louis) y la construcción del Palais-Royal.
A pesar de ser conocido actualmente por la imagen de una persona extravagante, derrochadora y libertina, vio siempre por el futuro de sus hijos, consiguiendoles a todos unos matrimonios más que convenientes, asegurandoles su futuro, haciendo que gracias a ello, su linaje se extendiera por toda Europa, llegando a ser en la actualidad, no solo conocido como la locaza del hermano del Rey Sol, si no por el apodo de El Abuelo de Europa.
Con Henrrietta, con la que tuvo una relación distante y fría, sobrevivieron dos niñas de los ocho embarazos: Marie Louise, que tras casarse con Carlos II llegó a ser Reina de España; y Anne Marie, que con su matrimonio con Víctor Amadeo II de Saboya se convirtió en Duquesa de Saboya y Reina de Cerdeña.
Con Elisabeth Charlotte, con quien al principio se llevaba fatal (Liselotte no entraba dentro de los canones de belleza del momento, y cuando se la presentaron a Philippe, el no pudo contenerse en exclamar "¿no esperarán que me acueste con eso?") pero al final lograron crear una sincera amistad, le sobrevivieron dos hijos de los tres que dio a luz: Philippe, Duque de Orleans y de Chartres, así como Regente de Francia durante la minoría de Louis XV (bisnieto de Louis XIV); y Élisabeth Charlotte, con quien casó con un pariente de Lorraine, Leopoldo I, llegando a convertirse en Duquesa de Orleans y de Bar, siendo los abuelos paternos de Marie Antoniette.
La relación de Monsieur con Louis jamás se vio afectada por ninguno de los acontecimientos que marcaron la vida de ambos, siendo este casi un caso excepcional en toda la historia de gobernantes en Francia. Philippe siempre consideró a su hermano mayor una figura que admiraba y respetaba fervientemente, y que quería más allá de lo que la sociedad marcaba para el amor fraternal. Desde la adolescencia de ambos siempre buscaron para pasar días solos, yendo juntos a todas las fiestas y bailes, y mandándose cartas muy íntimas durante toda su vida.
Pero por desgracia, esta misma unión tan poco corriente fue la que provocó la muerte de Philippe. Ambos hermanos se marcharon en uno de sus inumerables viajes privados al Castillo de Marly, y durante la cena tuvieron una discusión por culpa de la libertina vida que estaba llevando el único hijo de Philippe. La discusión se volvió muy acalorada y Philippe, atacado por un llanto incontrolado, se marchó rumbo a sus aposentos. En estos, el llanto se descontroló tanto que le dio un ataque de ansiedad, que acabó desembocando en un grave derrame cerebral, que se cobró su vida al amanecer.
Louis, que se sentía terriblemente culpable por lo acontecido durante la noche, junto con el hijo de Philippe, que había sido llamado y tras enterarse de lo ocurrido se sentía apenado que por su culpa ambos hubieran discutido, se dirigieron por la mañana a los aposentos de Monsieur, encontrandole muerto.
Según dicen los cronistas de la época, Philippe fue un maravilloso escritor, y disfrutaba escribiendo cartas para sus amantes y su hermano. Desgraciadamente, todo ese tesoro literario se perdió. Elisabeth Charlotte al enterarse del fallecimiento de su esposo, mandó reunir todas las cartas que pudo escritas por su difunto marido y las quemó, ya que no quería que en un futuro le recordasen como un depravado.
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