No tengo ni idea de cómo se filtró esa canción.
Había sido una frikada que habíamos compuesto estando una noche de aburrimiento. Pero no sé muy bien como (seguramente culpa de Rojo. Todo es culpa de Rojo) acabó la canción en youtube. Y tras eso un montón de vídeos… y al final, a lo tonto, un DJ bastante famosillo de la ciudad nos llamó para pedirnos los derechos y hacer un remix.
¡UN REMIX!
En serio, yo lo flipe. Rojo más, pero Rojo siempre lo flipa todo mucho más que yo.
No suelo ir a discotecas, no me gusta ni el estilo de la música, ni la gente que va a esos garitos (gente como Rojo y su… ¿novia?), pero obviamente, cuando el tipo este nos dio pases VIP para escuchar en directo el remix de nuestra canción… ni se me pasó por la cabeza el negarme.
Me peiné lo mejor que pude, me puse mi mejor ropa. Porque, ya que iba a una discoteca, podía aprovechar y ligar algo (Rosa y yo lo habíamos dejado. Sí. Otra vez).
Rojo en cuanto me vio me llamó estirado y se despolló en mi cara. Es Rojo, ya ni se lo tomo en cuenta.
Así que allí estábamos. Los creadores de la canción de moda en el mismo lugar donde la estaban poniendo.
Oh sí, el efecto que causó eso en las nenas.
¡Se nos tiraban a los brazos!
Ni si quiera cuando Rojo se tragó esa abeja rara. Tronco, se quitaban las camisetas a nuestro paso, nos gritaban guarradas, y bailaban… oh dioses, cómo bailaban.
Danzas de apareamiento, te lo digo yo.
Esa noche mojaba fijo.
Ya no tendría que escuchar a Rojo gemir como en una película porno al otro lado de la pared. Yo estaría ocupado con mi propia pivita.
Caminamos hasta el centro de la pista y comenzamos a cantar nuestra propia canción mientras bailábamos con cinco o seis tías al mismo tiempo. En serio, estaba en la puta gloria.
Hasta que, como siempre, Rojo lo estropeó todo.
Supongo que estaría jodidamente borracho, pero de pronto se giró y tras decirme algo que no entendí… comenzó a bailarme a mí.
A MÍ
Odio cuando se pone así.
Giraba alrededor mío, me miraba con esa cara… ew… como mira a las chicas, y se me acercaba demasiado.
En serio, que humillación. Nos estaban mirando todos. Qué asco.
Le empujé varias veces y le dije que parase, pero es Rojo… hace lo que le sale de la punta de la polla.
Resoplé una última vez y pasé. Tronco, que hiciese el gilipollas él solo. Me giré dispuesto a irme. Total, seguro que dos o tres chicas se venían conmigo.
Pero entonces lo vi.
Sí, nos estaban mirando todos. Sobre todo las tías.
Y joder como nos miraban.
Si antes ya nos devoraban con los ojos, en cuanto Rojo comenzó a… “intimar” conmigo… ¡joder!
Era como ponerles hormonas en vena.
Estaban cachondísimas mirándonos a ambos.
¿En serio les ponía que fingiéramos ser maricones? Qué raras que son las mujeres, macho.
Pero yo no iba a quedarme atrás. Esa noche iba a follar como un campeón. Y si Rojo ligaba fingiendo ser marica, yo no iba a ser menos.
Me di la vuelta y le sonreí. Él lo entendió enseguida, ya que me cogió por la cadera y me acercó de golpe.
Tronco, todas las chicas del local gritaron como perras en celo.
Me mordí el labio inferior y comencé a bailar, a bailar para Rojo. Dejé que me toqueteara un poco y yo colé una de mis piernas entre las suyas.
La verdad, es que a pesar de todo, aquello era muy divertido. Era, no se… súper natural. Como un juego.
Reí un poco y me acerqué aún más, dejando que nuestras narices se rozaran un poco y susurrando una estrofa de nuestra propia canción.
Dios. La mirada que me echó Rojo.
En serio. No es un tío feo pero… joder, que guapo se puso de pronto.
Me giró de golpe y comenzó a bailar a mi espalda, acariciando mis caderas. Era algo raro, notarle tras de mí.
Pero ver a todas aquellas chicas deseosas de que nos besásemos para después follarnos allí mismo… fue una sensación sublime.
Así que eso fue exactamente lo que hice.
Volví a girarme, le cogí por la nuca y le besé. Rojo me abrazó y acabó de acercarme.
Debería decir que me dio asco, que era raro, que… ¡yo qué sé! ¡Cualquier cosa en su contra! ¡Coño, que me estaba besando con mi amigo! ¡Con mi amigO!
Pero no.
Fue un beso torpe, sucio, sí… Joder. Ya entendía porque tenía tanto existo con las tías. Nadie me había besado así nunca. Jadeé un poco contra sus labios y acabé de acercarme, acariciando su cuello, besándole con ansías, siendo correspondido con la misma intensidad.
Y la canción terminó, y las chicas vinieron a por nosotros. Y a mi ya no me importaban en absoluto.
Seguramente yo también estaría muy borracho, o yo qué sé. Me habrían echado droga en la coca cola. Lo que fuera. Solo quería poder seguir besándome con Rojo como habíamos estado segundos antes.
Él me miró y se rió con ganas. Pero no dijo nada, o por lo menos yo no le escuché. Simplemente cogió mi mano y tiró de ella, llevándonos entre las manos desvistetíos y los ojos devorahombres hasta la entrada del baño.
Me quedé de piedra frente a este. Osea, una cosa es un beso inofensivo, pero otra… OTRA MUY DISTINTA es llevarme al baño de una discoteca para hacer a saber qué.
Joder, ¡qué era Rojo!
Él se giró, me agarró de las caderas y volvió a besarme.
Supongo que me quedé en shock, no me lo esperaba, ya que cuando se separó terminó de meternos a los dos en el baño de los tíos.
¿Y lo que pasó en el baño?
Esa ya… ehm… es otra canción.
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