- No. Me da igual las excusas que pongas. En mi cuarto solo puede dormir Tavros.
- Pero es que el otro cuarto no me gusta. Ya sabes, es como… como que no me gusta. El tuyo mola más.
- Eridan, si Vriska dice que no, es no.
- Tú cállate, Tav. Anda, Vris… solo por una noche, no desordenaré nada ¡Lo prometo!
- ¡Qué no! Si quieres dormir o en el sofá o en el otro cuarto.
- Bueno, Vriska, a mi no me importa dormir con él.
- ¡Tú cierra el pico, Tavros! Y tú, Eridan Ampora, como me entere que has pisado mi cuarto, te arranco la polla, ¿entendido?
- ¡Joder, Vriska, que somos colegas! O bueno, eso se supone…
Un carraspeo a su espalda hizo que los tres dirigiesen sus miradas a la puerta principal, donde Kanaya se encontraba apoyada contra el marco de esta:
- Bueno, ¿nos vamos a ir o qué?
- Sí, dame cinco minutos.- dijo Vriska antes de volver a hablar a los dos chicos.- No me queméis la casa, si queréis comer hay una pizza al fondo de la nevera, pero no se coge nada más. Podéis llamar a gente si queréis, pero si alguien entra en mi cuarto o rompe alguna de las reglas anteriores, os arranco los pezones a mordiscos ¿Todo claro?
Ambos asintieron a la vez, provocando que Vriska les dedicase una sonrisa de oreja a oreja. Así que poco más tuvo que decir, unas cuantas despedidas banales y las chicas se marcharon tarareando una cancioncilla, dejando a Tavros y Eridan en el vestíbulo.
El joven con la silla de ruedas giró y se marchó al salón. La verdad es que agradecía el poder quedarse en casa de Vriska esa noche. En la residencia había fiesta, y no es que no le dejasen ir o cualquier otra cosa, simplemente quería adelantar parte de los trabajos que debían entregar la semana siguiente, y el tener que escuchar a un montón de universitarios borrachos correteando por los pasillos durante toda la noche no es que le sirviese para nada ni en su concentración y menos para inspirarse:
- ¡Fef, Fef, Fef, Fef, Fef!
Tavros se apoyó en los reposabrazos y volteó para poder mirarle. Mierda, Vriska debía haberle confiscado el móvil cuando tuvo oportunidad:
- ¡Fef, oye, escucha, que me ha dejado Vriska su casa, y no me apetece estar solo…!
- Eridan, yo estoy contigo.
- ¡… porque claro, una casa que no es mía, y encima solo… Bueno, lo que te decía, que como tengo casa por esta noche no sé si te apetecería venirte, ya sabes, a pasar el rato! ¡Porfa, porfa, porfa, porfa, porfa, prometo estar tranquilito durante toda la noche!
Ni si quiera tuvo que plantearse el hecho de imaginarse la respuesta, ya que la cara de Eridan lo dijo todo. Boca abierta, ojitos brillantes… Oh, perfecto:
- ¡Y también…! Ah, espera, ¿has dicho qué si? ¡Genial! ¡La casa es la que está justo enfrente de la plaza del centro comercial! ¡Cuando llegues llama al timbre, o dame un toque… o tú tranquila, estaré esperándote en la ventana! ¡Hasta luego, Fef!
- Eridan.- dijo antes de que le volviese a dar otro ataque.
- ¿Qué?
- ¿Tú estás mal o algo?
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