Salida de Emergencia - Cap 2

Tavros se asomó lo máximo que pudo al fondo de la nevera, pero nada.

Levantó tappers, apartó tomates y hortalizas varias, pero no. Allí no estaba la susodicha pizza.

Suspiró y se echó hacia atrás con la silla para poder cerrar el frigorífico y volver al salón, que se encontraba totalmente vacío gracias a que Eridan y la ventana se habían convertido en un mismo ser.

La verdad es que no se sorprendía mucho, ¿cuánto faltaba para que terminase el curso? ¿Un mes máximo? Había aguantado a Vriska y a Eridan al mismo tiempo durante todo un año, llegaba un momento en que cualquier comportamiento de ambos era de lo más normal.

Se acomodó al lado de la mesa y buscó con la mirada el mando de la televisión. Debía ponerse con uno de los trabajos, pero no iba a sacar todas las telas que tenía que utilizar para él (es lo que tenía Técnicas y Medios Artísticos, otra cosa no, pero trabajos extraños todos los que quisieras), ya que en cuanto Feferi llegase le tocaría recogerlas, preparar algo de cenar…

- Eridan.- le llamó mientras desistía también en la ardua misión de encontrar el mando de la televisión y cogía una revista que había sobre la mesa.

- Dime, Tav.

- ¿A Feferi que clase de comida le gusta? En la nevera solo hay tomates pasados, tappers con contenido en proceso de mutación, y algunas cremas de esas para la cara. Deberíamos llamar al Taco Bell y pedir algo, ¿no?

- Bah, ella traerá algo.

- Eridan, ¿le has pedido que traiga la cena o qué?

- Ni falta que me hace, siempre que la llamo para quedar trae algo de comer. Ya sabes, por si acaso.

Tavros negó con la cabeza, aunque con una leve sonrisa en el rostro, y regresó su mirada al interesantísimo artículo sobre la reproducción de los peces y las serpientes que había en aquella revista tan rara.

Y los minutos pasaban, y poco a poco el silencio desapareció para ser remplazado por los típicos ruidos que siempre pueblan las casas y que nadie presta atención. La madera de los muebles rechinando, el agua pasar por las tuberías, las pisadas de la gente de otros pisos…

- ¡Fef! ¡Ya está llegando Fef! Pero… espera…- Eridan se colocó bien las gafas y se quedó con la boca abierta durante unos segundos antes de coger los extremos de su bufanda y comenzar a estrujarlos.- ¡¿Pero qué mierdas hacen esos aquí?!

- ¿Esos?- dejó la revista sobre sus piernas y giró el rostro para mirarle.- ¿Viene con más gente?

Mierda, Vris no había dicho nada de que no pudieran traer a mucha gente pero… pero se supone que él había ido allí a trabajar.

Eridan se levantó corriendo y cruzó el salón a zancadas hacia el vestíbulo mientras se arreglaba el fular casi con nerviosismo:

- ¿Pero ahora a dónde vas?

- ¡A impedir una desgracia!- exclamó antes de coger las llaves y salir de casa dando un portazo.

Oh, genial. Perfecto. Suspiró y se masajeó ligeramente el puente de la nariz. Solo pedía que, fueran quienes fueran los que venían con Feferi, no armasen mucho escándalo y le dejasen trabajar más o menos en paz. Bastante tenía cuando a Gamzee le daba por ensayar canciones nuevas justo en el momento en el que tenía que estudiar…

…Gamzee…

Cerró los ojos y dejó que la cabeza se inclinase hacia delante ligeramente, llevada por su propio peso.

Hacía casi una semana que no le veía, y si alguna noche había logrado hablar con él durante al menos unos minutos había sido un gran milagro. Era época de entregas y el poder tener tiempo para las clases estaba bien pero…

Parpadeó varias veces y rodeo la mesa para poder alcanzar el móvil y marcó su número, se lo sabía de memoria.

Un tono.

Dos tonos:

- Vamos… cógelo…

Tres tonos.

Cuatro tonos:

- Por favor, Gamzee… contéstame…

Cinco tonos:

- El teléfono al que ha llamado se encuentra apagado o fuera de cobertura. Por favor, inténtelo de nuevo más tarde. O si lo prefiere, deje un mensaje después de oír la señal. Gracias.

Se quedó callado durante unos segundos, planteándose seriamente si el hecho de tirar el móvil al otro lado del cuarto y que este se estrellase contra el suelo realmente le merecería la pena:

- Ehm… hola, Gamzee. Soy Tavros… otra vez. Bueno… es sábado por la noche y Vriska nos ha dejado a Eridan y a mí la casa… Él ha invitado a Feferi y… no sé, he pensado que me encantaría que estuvieses aquí… conmigo… y eso… El martes no tengo clases, así que si tienes libre… bueno… ya sabes… llámame y nos vemos un poco… si te apetece… ¿vale? Te extraño mucho… y… te quiero, Gamzee.

Despegó el teléfono de la oreja y pulsó el botón para colgar, quedándose mirando al móvil unos instantes. Nuevamente, no había contestado a su llamada:

- ¿Pero qué cojones hace ese aquí?

Tavros levantó la vista y se encontró de golpe con los ojos de Karkat desde la puerta de entrada, dónde le observaba con los brazos cruzados, deseando poder matarle, o por lo menos hacerle desaparecer, solo con la mirada.

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