Salgo de la cueva y me siento en una de las rocas de la entrada.
Ni siquiera he utilizado mi habilidad, no tengo ganas de ni siquiera correr.
Extraño, ¿verdad?
Yo, el ser que si su cuerpo no está en movimiento puede perder hasta la cabeza.
Siempre vibrando, hablando con rapidez, moviéndome cada cinco segundos, desesperándome ante cualquier indicio de lentitud.
Solo existen dos razones para las que ni siquiera tenga fuerza para mover mi cuerpo: que esté dormido…
… o halla llorado.
No suelo hacerlo, y cuando pasa, normalmente hay alguien cerca para consolarme, haciendo que por el cansancio acabe dormido entre su brazos.
Hoy nadie me había consolado.
Cassie y Cissie habían decidido esa mañana que les tocaba “noche de chicas”, así que tras encerrarse en uno de los cuartos con dos colchones, un par de pelis y provisiones como para tres meses, no habíamos vuelto a saber de ellas.
Red Tornado prometió hace semanas que llevaría a Traya de excursión, y sin poder aplazarlo más, ayer se marchó y dijo que no volvería hasta el lunes a menos que tuviésemos alguna emergencia.
Y Kon y Rob…
Sabía que era más pequeño que ellos, mucho más nervioso, infantil, inmaduro, pesado… ¡lo que quisieran llamarme! Seguro que tendrían razón, siempre la tienen…
Sé que no soy como ellos, que hay cosas de las que hablan que no entiendo, que hay veces es un poco cansado tener que estar pendientes de mí todo el rato y tener que explicarme hasta las cosas más sencillas, pero…
Me hago un ovillo y tras abrazarme las rodillas entierro mi cabeza entre ellas.
No me gusta sentirme desplazado, no me gusta estar solo, no me gusta sentirme un estorbo… y desde que nací no he hecho más que sentirme así.
Es tan difícil de explicar todas las cosas que llego a sentir en momentos como este…
Quiero cambiar, madurar, ser mayor, crecer y convertirme en un hombre con el que se pueda estar sin regañar o advertir que no haga tal y cual cosa…
… pero por otro lado…
No quiero perderme a mí mismo.
Tengo un miedo constante al futuro.
Desde que nací, el pasado no ha sido más que un lastre en blanco que descansa sobre mi espalda. Todo lo que recuerdo ha sido inducido a través de máquinas y videojuegos, no tengo nada real.
De pronto un día abrí los ojos y me encontraba en el presente, con una vida que no conocía, un mundo que no conocía, una existencia que…
Desde el primer momento en el que los vi, algo en mi interior cambió radicalmente. Mi acelerado corazón se paró de golpe y mi mundo empezó a girar.
Admiro a Wally sobre todas las cosas, cada movimiento suyo, cada palabra, solo hace que mi fascinación hacia él crezca más y más; Max… es el padre que realmente nunca tuve; Iris siempre será alguien demasiado especial; y Cassie… y Cissie…
Pero ellos…
Ro… Tim y Kon… son esa vida que ahora conozco, ese mundo que ahora conozco, esa existencia que ahora…
Son la única pieza que hace que no me vuelva loco cada mañana cuando me despierto.
Levanto la cabeza y me seco los últimos rastros de las lágrimas que aún empañan mi rostro antes de levantarme y volver a entrar.
Ellos ni se han inmutado de mi ausencia.
Me apoyo en el marco de la puerta y los observo en silencio durante unos instantes.
Están en el sofá. Rob está tumbado completamente, dejando su cabeza apoyada en las piernas de SP, dejando que jugueteé con sus cabellos plácidamente.
Estoy demasiado lejos como para saber de qué están hablando, pero Kon se ríe un poco en voz baja y siguen a lo suyo.
Cuando están así, solos, con esa paz… sé que no me extrañan en absoluto…
… y se ven tan bien…
Aprovecho que Super Boy ha cerrado los ojos durante unos segundos para ir corriendo a la parte trasera del sofá y sentarme allí, en silencio, notando su presencia cerca de mí, pero sin que ellos noten la mía.
No tardo mucho en dejarme vencer por el sueño allí mismo, acurrucado tras un sillón.
Pero antes de caer dormido, siento como me acarician la mejilla y depositan un suave beso en mi frente.
A pesar de ya haber cerrado los ojos, una lágrima logra escapar.
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