Y de pronto abrí los ojos.
Al principio me asusté mucho. Grité y me puse a llorar histérico, sin saber dónde me encontraba o lo que había pasado.
Cuando por fin me calmé, me explicaron todo lo sucedido…
… todo lo sucedido, como mi muerte, y el tiempo que había pasado entre ese suceso y la actualidad.
Todo me sonaba extraño y confuso, pero lo que más, fue el hecho de que hubiesen determinado reiniciarlo todo y devolverme a la vida.
Pasaron horas hasta que decidieron que me habían explicado todo, y fue entonces cuando dejaron que viera mi nueva apariencia.
Lo primero que pensé fue: ¡Mi pelo! ¡¿Qué han hecho con mi pelo?!
Me veía tan raro, aquella ropa, esas pintas… no eran normales, ni si quiera cuando yo no era más que un enano.
Enano… hablando de edades, volvía a tener el físico de unos 12 años.
Pronto me aburrí de verme en esa superficie. Definitivamente, ese no era yo… o por lo menos el yo que recordaba.
Dibujantes, siempre cambiándolo todo.
¡Compraros una vida!
Y justo en ese momento entró uno de ellos, apremiándome, diciéndome que debían empezar con los nuevos bocetos, publicitar mi nuevo traje, y bla bla bla bla… cosas que realmente no me importaban.
O no lo hacían hasta que me dijo que deberían borrar todos mis recuerdos, para que mis pensamientos no alterasen en absoluto al nuevo guión.
Le miré aterrado.
No podían hacer eso, ¿verdad?
Era todo lo que me quedaba, lo que quedaba de mi verdadero yo… no podían arrebatármelo.
Entonces nos quedamos quietos frente una puerta blanca:
- Al otro lado hay una sala con una puerta idéntica a esta. Elige a alguien del que quieras despedirte, y tendréis 10 minutos antes de que empecemos.- dijo con voz dulce, tranquila, como si aquello fuera muy normal.- Tómate tu tiempo.
En dos segundos pasaron por mi mente muchísimos nombres, pero no me hizo falta pensarlo mucho para decidirme por uno:
- Tim Drake.
- Perfecto, entra y enseguida estará contigo.- comentó sonriente mientras me abría la puerta, permitiéndome el paso.
Era una habitación blanca hasta en el suelo y el techo, sin ventanas, en la que solo habían dos puertas, una frente a otra.
Me daba miedo, una habitación tan vacía, tan abandonada, sin nada de vida, me aterraba.
Pero antes de que empezase a pensar en todas aquellas cosas, y sobretodo, antes de que comenzara a comerme la cabeza con todo ese tema de que borrasen mis recuerdos, la otra puerta se abrió…
… y entró él.
Hacía años que no nos veíamos, y estaba igual que siempre.
Antes de mi muerte, ya nos habíamos distanciado, y supuse que habría crecido, igual que yo, que por esa puerta entraría un adulto… pero a él también le habían rejuvenecido.
Me lancé sobre él antes de que dijese nada. Le abracé con fuerza y me grabé en la mente ese calor que tanto echaba de menos.
Tim rió, como siempre lo hacía, y me abrazó con una ternura imposible de describir.
Sus manos se pasearon por mi pelo, mi cuello, mi espalda… hacía tantísimos años…
Me costó mucho separarme de él, tanto que casi me dolió. Pero tan solo teníamos 10 minutos y tenía tantísimas cosas que contarle, tantas que me era imposible enumerarlas.
Avancé hacia atrás dos pasos y le miré sonriente, hasta que me fijé en su nuevo traje y…
- Tim… tienes plumas
- Lo sé.- suspiró derrotado.- ¿Y de que me sirven? Solo estorban…
- Te quedan… divinas.- dije, tapándome la boca con la mano, aguantándome una risa que amenazaba con salir en cuestión de segundos.
- Te conviene callarte, señor cresta.- dijo señalando mi nuevo look.
- Ya… lo sé… pero yo no voy con plumas por la vida.- no pude más, y estallé en carcajadas.- Te quedan muy… varoniles.
- Cállate, Bart.- su tono era de enfado…
… pero aquello era demasiado.
¿Plumas? En serio, ¿en qué piensan los dibujantes?
- Ay, qué calor… ¿me abanicas con tus plumas?
- ¿Te crees que soy un ventilador?- se cruzó de brazos.- Vete a correr un rato.
- Piénsalo por el lado positivo, si tienes que integrarte en un corral, tus plumas no te delataran.
Era tan divertido, mi mente era un hervidero de frases por el estilo.
- Vete a peinar, que se te baja la cresta
- ¡Vamos, Tim! Cuando llegues a los lugares siempre te escucharán llegar por el aleteo de tus emplumadas alas.
- Oh… si… muy ingenioso, Bart.
- Ya sabes, no hay nada que abrigue más que unas buenas plumas.
- Es una lástima que vayas a congelarte.
Reí un poco más y le miré a los ojos. Ya ni me acordaba del color de sus ojos. Había muchas cosas de él que ya casi ni recordaba.
Una sonrisa traviesa cruzó mis labios con rapidez, al mismo tiempo que recordaba una cosa muy importante de él…
… de mí…
… de nosotros.
Me acerqué hasta él y me puse de puntillas mientras pasaba mis brazos tras su nuca, dejando que nuestras bocas se rozasen:
- Sigues igual de guapo… plumas incluidas.- murmuré contra sus labios.
- No creas que de esta manera vas a conseguir que te preste mis plumas para no congelarte.- dijo mientras ponía sus manos en mi cintura.
- No quiero que me las prestes, tu traje es feísimo.- reí sin separarme un milímetro.- Solo te pediré que me abraces.
- Tampoco conseguirás convencerme tan fácilmente después de burlarte de mí.
No.
No podía haberse enfadado conmigo, ¿verdad?
Bajé hasta colocarme a mi altura y le miré asustado. Después de reencontrarnos no se podía haber enfadado… no…
Pero esa duda se disipó corriendo de mi cabeza en cuanto bajó sus labios a los míos y me besó.
Reí, reí como hacía años que no lo hacía, y volví a lanzarme contra él, capturando su boca con mis dientes, besándole con ganas…
… muchas ganas.
- Te he echado de menos.- dijo, sin dejar de abrazarme.
- Y yo a ti.- quería echarle en cara que había sido él quien me abandonó, pero no pude… no en ese momento.
- Siento lo de las plumas.- reí un poco.- Es que dan para mucho.
- Si, ya, bueno… ¿a quién se le ocurre?
- A los dibujantes.- reí de nuevo mientras me separaba, pasándome una mano por mi cabello.- A mi no me gusta el nuevo peinado, me veo rarísimo.
Tim sonrió ladeando la cabeza, mientras se mordía el labio inferior. Era tan guapo… siempre sería el más guapo de los dos:
- Es cuestión de acostumbrarse.- acarició mi mejilla.- Aún con todo, estás muy bien.
Sonreí satisfecho:
- Tú también. Te quedan bien las plumas.
- ¡¿Qué me quedan bien?!- exclamó separándose de mí, extendiendo los brazos, mostrando dichas plumas.- ¿Tú sabes lo que voy a tener que aguantar a Dick? Va a ser horrible…
Nuevamente estallé en carcajadas. Las risas estrellaban contra las vacías paredes y regresaban a mis oídos, provocándome más aún:
- ¿Solo de Dick? Y de Jason… y de Kon.- me tapé la boca sin parar de reír.- Sobretodo de Kon.
- No me los recuerdes, los he tenido MUY en cuenta.
Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos sonrientes.
Antes de que toda esa nueva aventura diera comienzo, había muchas personas de las que me hubiera gustado “despedirme”. Como Wally, o Max… Arrowette… y de Kon.
Pero Tim siempre fue especial. Super Boy era impresionante. A su lado siempre me sentía protegido, y sus besos, sus caricias… todo era apasionante, lleno de fuerza y deseo.
Pero con Tim… esa ternura, ese cariño… sabía de antemano, antes de que me besase, que sus ojos estaban llenos de amor.
Y entonces caí en la cuenta:
- En los nuevos cómics no nos conoceremos. No estamos en el mismo grupo y… no nos vamos a conocer.
Decirlo en voz alta fue mil veces peor que haberlo pensado.
De pronto se me cortó las respiración y la sonrisa se borró por completo.
No.
No podíamos no conocernos…
- Aún no lo sabemos. Si es así, siempre tendremos lo que hemos vivido, ¿no?
- Van a borrarnos la memoria, no lo tendremos.- mi voz comenzó a temblar.
Aquello no estaba pasando…
Tim se quedó callado durante unos segundos antes de cogerme de la mano y tirar de mí, volviéndome a abrazar:
- Pero estás vivo.- susurró contra mi cabello.- Eso es suficiente incluso si no nos conocemos.
- ¡Pero yo no quiero estar vivo si no estoy contigo!
Empecé a híperventilar.
Mi corazón latía con brutalidad en mi pecho y mis ojos empezaron a anegarse de lágrimas:
- No es como si pudiéramos hacer mucho…
Negué con fuerza y me separé para poder mirarle a los ojos, notando las primeras lágrimas caer:
- ¡Ya me abandonaste una vez!- noté como esa acusación rompía la barrera de tranquilidad de Tim.- Y después mi muerte… ¡No quiero volver a pasar por lo mismo!
Su labio inferior tembló, y tuvo que respirar hondo para mantener la compostura, mantener esa tranquilidad…
… por mí:
- No hace falta que me lo digas, ya lo sé.- dijo volviendo a abrazarme.- No puedo cambiarlo, y ni siquiera sé que va a pasar.
Le abracé con fuerza, maldiciendo que tuviéramos tan poco tiempo.
¿Por qué nos obligaban a reencontrarnos para después despedirnos sabiendo que jamás volveríamos a encontrarnos?
Aquello era una verdadera tortura.
Levanté mi húmedo rostro y me perdí en sus ojos:
- Bésame.- le ordené.
No hizo falta que lo repitiera. Una de sus manos agarró con fuerza mi nuca y nos besamos.
Desesperadamente, con agonía, succionándonos el uno al otro, como si quisiéramos meternos en el cuerpo del otro y descansar allí para siempre.
La escasez de aire me obligó a separar nuestros labios:
- Te quiero… por favor, no lo olvides nunca.- susurré contra estos.- Te quiero.
Tim jadeó, conteniendo un llanto que avecinaba con venir.
No pudo decir nada, volvió a besarme, con más fiereza que la vez anterior.
Quería acallarme, lo sé. Quería olvidarse de todo aquello con ese beso.
Quería borrar mi dolor con un beso.
No pude evitar ponerme a llorar. Mi cuerpo temblaba con fuerza, pero me negaba a separar mis labios de los suyos…
… Tim no aguantó beber mis lágrimas cargadas de dolor, y nos obligó a cortar el beso.
Me apoyó contra su pecho, dejándome llorar a gritos, que me vaciara de toda aquella agonía:
- Bart…- susurró a mi oído.- Aunque no nos conozcamos, estás vivo y yo también. Quizás podamos encontrarnos, ¿sabes?
- Y cuando me encuentres… ¿te enamorarás de mí?
- No hará falta. Siempre recordaré que te quiero y tú siempre recordarás que me quieres.
Asentí, notando como esas palabras aumentaban mi llanto.
Dolía tanto…
- Aunque no sepa quién eres… te buscaré… siempre te estaré buscando.- los sollozos dificultaban mi habla.- Nunca… nunca se me olvidará… que te quiero… y cuando… cuando nos encontremos…
No pude continuar. Cada palabra era un cuchillo clavado en mi corazón.
Le escuché sonreír, pero también noté sus lágrimas sobre mi cabello.
Nuestro abrazo casi dolía más que lo que nos estábamos diciendo. Sus brazos eran tan fuertes que me asfixiaban, y mis dedos se clavaban en su espalda sin contemplaciones.
Pero no podíamos separarnos.
No queríamos separarnos.
Deseábamos fundirnos.
- Y cuando nos encontremos…- me animó a continuar.
- Cuando nos encontremos… ni los dibujantes… ni nadie… nos podrá separar…
Un sollozo desgarrador escapó de entre mis labios, y enterré el rostro en su hombro, incapaz de continuar con aquello.
El cuerpo de Tim temblaba al igual que el mío, y sus lágrimas frías y cristalinas se perdían entre mis castaños cabellos.
Tenerle así no era suficiente, quería notarle de verdad. Los uniformes solo nos molestaban. Deseaba que me besara y acariciara de otra manera… más privada…
… más íntima.
Lamer sus hombros, morder su cuello, arañar su espalda…
… que me llenase de él una última vez…
… solo una última vez.
Pero no había tiempo.
Tim abrió la boca para decirme algo, cuando la puerta que había a mi espalda se abrió:
- Allen, debemos irnos.
Negué desesperado. El tiempo no había acabado. No podía…
- Bart…- susurró Tim con la voz rasgada.
- No… aún no…
- Allen, ya han pasado los 10 minutos.
¿Cómo podían ser tan insensibles?
¿Cómo no se daban cuenta de lo que nos estaban haciendo?
¡No somos simples juguetes!
Tim me separó cruelmente. Sus manos temblaban tanto que pensé que se iba a romper:
- Nos volveremos a ver.- aseguró.
Quería creerle, debía creerle…
Me lancé una vez más sobre él, y le besé.
Recorrí su boca con ansias, grabándome ese sabor en lo más profundo de la memoria, donde los dibujantes no pudieran encontrarlo.
- Te quiero.- dijeron mis labios, ya que mi voz se negó a salir.
- Te amo.
Di un paso hacia atrás, y me sentí morir.
- Siempre te buscaré…
- Nunca dejaré de buscarte…
Dos pasos más y tuvimos que separar nuestras manos.
- Y me encontrarás…
- Cuando menos te lo esperes…
Llegué hasta la puerta y me agarré al marco para no caerme.
- Te quiero…
- Siempre…
Y la puerta se cerró, dejándome ver por última vez a Tim, mientras caía de rodillas al suelo cubriéndose el rostro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario