Levanta la mirada y se queda mirando al techo durante unos minutos, en silencio, disfrutando de la nada como del todo.
Nota como su amante suspira antes de aspirar el aroma de su cuello, deleitándose con las cosquillas que le provocan sus cabellos humedecidos por el sudor al pegarse a su nariz.
Los temblores del orgasmo aún les sorprenden de vez en cuando, y las respiraciones entrecortadas van muriendo lentamente.
Alex sonríe de lado, y sin apartar su rostro del cuello de Akare, sale del interior del gato, consiguiendo así que Cheshire jadeé levemente, casi con gratitud y una pizca de placer.
El tiempo parece estático sin nadie más en casa, y así permanecen, sin moverse, sin variar ni por un segundo, meramente descansando protegidos por el calor corporal del otro.
Es el gato quien respira hondo antes de romper la quietud, besando los blanquecinos cabellos de su pareja:
- ¿Te ha gustado?- pregunta en un susurro.
- ¿Por qué habría de no gustarme?- contesta aún contra su piel, antes de mordisquearla un poco.
Vuelven a quedarse en silencio, y la próxima interrupción, esta vez, se debe al sirviente de la reina:
- Hemos dejado el salón destrozado, luego tendremos que recoger…
- Sí… pero luego…
Alex ríe en un tono bajo y levanta el rostro, besando la barbilla del gato mientras asiente. Él tampoco tiene muchas ganas de recoger en esos momentos.
- Aunque lo que sí, es que empiezo a tener frío.
- Normal, en invierno oscurece antes.
- Cierto, ya es de noche.
Akare se muerde el labio inferior pensativo, y de pronto sonríe traviesamente. Su respiración se acelera unos segundos y se mueve lo suficiente como para poder besar los labios del peliblanco:
- ¿Quieres que te enseñe una cosa genial?- propone.
- Sorpréndeme.
El gato amplía su sonrisa, y cuando Alex se levanta, él también se incorpora, entrelazando sus dedos a los del conejo y tirando de él hacia la terraza. No salen fuera, hace demasiado frío como para que salgan desnudos, pero corre las cortinas y obliga a que ambos se peguen al cristal:
- ¿Ves como está la luna?- dice junto al oído del más bajito.
Este asiente, observando como la luna se asemeja a una uña, o mejor dicho, a una…
- Alicia me contó hace tiempo, que aquí en España, cuando la luna está así, se la llama “La sonrisa de Cheshire”.
Esta vez es Alex quien sonríe. Mira con carita de tonto enamorado la luna durante unos segundos antes de girarse, perdiéndose en los ojos del gato:
- Tu sonrisa es preciosa, ya sea en la luna o en tu rostro.- sentencia acariciando su mejilla.
- Vaya, que raro que tu sueltes algún piropo.- comenta intentando aguantarse una risita traviesa.
- Cierra la boca, gato sarnoso.
- Adiós al romanticismo.- murmura sonriente, cerrando los ojos ante la caricia.
- Te quiero.
- Yo también…
Alex sonríe aún más pronunciadamente y baja sus manos hasta las caderas de Akare, acariciándolas levemente mientras le atrae hacia él y le besa una vez más.
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