Hacía frío
A pesar de que las ventanas estaban cerradas, un aire frío circulaba por toda la casa.
Aún llevaba puestos los zapatos y las medias, e intentaba que mi mente se concentrara en la piel caliente que aún conservaba en esas partes del cuerpo.
Constanze me miró con sonrisa pícara, lanzando el resto de mi ropa a la otra esquina de la sala.
El corsé le quedaba realmente ajustado, y sus pechos parecían que se iban a salir de un momento a otro.
Caminó hacia mí, marcando fuerte los pasos, dejando que sus dedos, fríos como el témpano, circularan por mi desnuda piel, hasta colocarse a mi espalda:
- Toca una melodía para mí, Wolfy.- susurró a mi oído.
Tragué saliva y reí nervioso, total y completamente excitado.
Fui hasta el piano y me senté en la banqueta, ahogando un gemido al notarla fatalmente helada bajo mis nalgas.
Respiré hondo y coloqué las manos sobre el teclado, pero el siseo de mi mujer me impidió comenzar la melodía:
- No, querido Wolfy, así no.- hablaba despacio, deleitándose con las palabras en su lengua antes de expulsarlas.- Complicaremos un poco más la situación.
Sus ojos me devoraban centímetro a centímetro, y la flecha que descansaba entre mis piernas amenazaba con lanzarse de un momento a otro.
Constanze se arrodilló a mi lado, y ante mi sorpresa, gateó hasta colocarse a mis pies, dejando sus manos descansando sobre mis rodillas:
- Comprobemos cuanta concentración llegas a tener.- dijo antes de relamerse sus labios rojo cereza.- Solo te advierto, que si pierdes el ritmo o te confundes de nota una sola vez… no volverás a besarme ni a tocarme en un mes.
Mi respiración decidió en ese momento cortarse de golpe y ni siquiera fui capaz de tragar saliva:
- Entonces no me queda otra más que complacer a la dama.- dije, sabiendo de la lujuriosa sonrisa que se iba formando en mi rostro.
Ella río, satisfecha de que hubiese aceptado el reto. Y cuando su rostro bajó, mis dedos comenzaron a tocar una sonata.
Mein geliebter Wolfy...
ResponderEliminarDe otro modo te hubiese resultado muy fácil ¿no lo crees?
Me encanta ser capaz de ponerte difíciles las cosas, me encanta que tengas que luchar para concentrarte, me encanta ser capaz de distraerte y me encanta ser capaz de despertar ese deseo en ti.
Tu candorosa esposa Constanze.