Por favor

Yo nunca tuve a nadie.

Siempre estuve sola. No importaba si llegaba con moretones a casa, si me pasaba noches enteras llorando en silencio. No tuve a nadie.

Aprendí a levantarme una y otra vez, por mucho que tardase en hacerlo.

Sigo pecando, sigo creyendo en la gente, y vuelvo a caer una y otra vez en el agujero. Pero cada vez tardo menos en levantarme. O por lo menos eso quiero creer.

Por eso, cuando te conocí, me dije a mí misma que no permitiría que a ti te sucediera lo mismo.

Y no me ha importado en absoluto ir a verte, organizar mi tiempo para poder estar a tu lado, escucharte y aconsejarte en todo lo que he podido. Te he puesto la verdad delante y te he ayudado a enfrentarla cuando era muy dolorosa.

Yo también he seguido sufriendo, e intentado que no tuvieras que cargar con ello, por lo menos hasta que tu fuerza fuera suficiente como para poder ayudarme a mi también.

Solo quería ayudar.

Solo quería protegerte, brindarte todo lo que a mi me negaron.

Ahora hay una congoja tan fuerte en mi pecho que me cuesta incluso respirar.

Tengo pavor a que no me vuelvas a hablar. A que empieces a odirme y te alejes como han hecho todos. A perderte como hermana, como amiga, como a alguien muy querido para mí.

No voy a rebajarme a pedir perdón por algo que sé que no he hecho, no voy a doblegarme ante ti, porque las amigas y hermanas se encuentran a la misma altura, nunca más arriba ni más abajo.

Pero no voy a negar que quiero llorar con el mero hecho de pensar de que no quieras saber más de mi.

Piensa lo que quieras, pero te quiero, mucho más de lo que pensé cuando te conocí que llegara a quererte.

No te vayas, por favor...

Tú no...

No hay comentarios:

Publicar un comentario